martes, 21 de abril de 2009

El sufrir de un yanqui

“El gran problema con el beisbol en la actualidad es que la mayoría de los jugadores están en el juego por dinero y nada más, no por amor al juego, la excitación y emoción de jugarlo“. Ty Cobb.

Si la efectividad de Chien Ming Wang se parece más al precio de un kilo de manzana golden en un súper mexicano, que al porcentaje de un pitcher millonario, los focos rojos deben estar encendidos en el Yankee Stadium.
Cierto, la temporada de Grandes Ligas es más larga que el invierno en Rusia, pero después del descomunal desembolso que hicieron los Yanquis en este periodo entre temporadas, estoy seguro que los Steinbrenner no van a permitir resbaloncitos en el Bronx. Y menos si se trata de una campaña en la que están estrenando estadio.
Es que, ¿a poco no harían corajes ustedes si para el día que estrenan su casa con asador nuevo, mesa de jardín increíble, alberquita de lujo y hasta fuente con angelitos, contratan a un grupo musical para que amenice el momento y tómala, les sale con que andaban desafinados? Bueno, eso pasó en la inauguración con Sabathia en la lomita, pero peor salió después Chien-Ming Wang para cimentar una de las peores derrotas en la historia de los Mulos... mis Mulos. Caray, aquello parecía una tarde en los juegos de destreza de Six Flags.
Ahora, los Yanquis todavía no están taaan mal. El bateo ahí va, aunque no de los siempre esperados (¿de dónde salió Nick Swisher? ¡Es bueno el condenado!). Van terceros en su división, detrás de Toronto y empatados con los móndrigos Medias Rojas. Pronostico un final de campaña frenético, muy posiblemente con los acérrimos rivales disputando el banderín de la división (sí sí, puede que esté hablando mi corazón, pero qué quieren).
Yo creo que es posible. Eso sí, espero que Wang mejore, porque si no, que mejor se dedique a conducir autobuses del Barrio Chino a Washington y de regreso.

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