viernes, 27 de marzo de 2009

La muerte del "Ratón" Macías por Poncho Vera

Como usted bien sabe, estimado lector, falleció a quien muchos consideran como el máximo ídolo, no sólo del boxeo nacional, sino de todo el deporte mexicano.
Raúl Macías, el admirado Ratón, falleció, y no obstante que dejó de pelear hace muchos, muchos años, sus hazañas en el cuadrilátero siguen llenando de emoción a la sociedad mexicana, son recordadas. Su muerte sacudió a la opinión pública.
¿Por qué fue un ídolo El Ratón Macías? Primero, claro, por sus grandes cualidades como boxeador, por su inigualable técnica, por su valentía, por su empuje; también, por su carisma, por su personalidad, vaya, por su ángel; consideremos también que poseía una virtud bárbara para poder identificarse con el pueblo mexicano… sin olvidar su sencillez, su comportamiento público ejemplar, su nunca “perder piso”.
Imposible olvidar su célebre y humilde frase “todo se lo debo a mi manager y a la Virgen de Guadalupe”, palabras llegadoras a millones de mexicanos.
Murió un ídolo y fue despedido como todo un héroe.
Ser despedido, recibir el último adiós como un héroe… ¿cuántos casos de esos?, muy pocos.
Es tan importante el tener ídolos… que sean personas, claro, con errores, pero con muchas virtudes…Un ídolo inspira, emociona, alegra… pero sobre todo nos da esperanza, nos hace soñar, y eso, sin duda, es algo positivo. Eso sí, siempre hay que tomar en cuenta que todo exceso es malo, idolatrar sin medida nos hace caer en un estado de irrealidad permanente, y por lo tanto nos convierte en personas inútiles para nuestra sociedad.
Lo que sí que es hermoso es, mientras esté “trabajando” nuestro ídolo, entregarnos a él, olvidarnos de lo cotidiano, vivir los sueños… eso sí, para después regresar a la realidad.
Los ídolos nos alegran el corazón, nos hacen sonreír, lo que es sin duda parte importantísima para disfrutar la vida, que tiene que ser, a pesar de todo, disfrutable.
¿Tiene usted, que me hace el favor de leerme algún ídolo? Yo le confieso, tengo, y tengo muchos. Me gusta admirar a la gente, sorprenderme con lo que es capaz de hacer, de realizar el ser humano.Creo que todos debemos de realizar una vida digna de admiración, hay que comportarnos para ser admirados, no para ser reconocidos por “las masas”, más bien para que los nuestros, nuestros amigos, familiares y demás seres queridos nos vean así.
La admiración que siente un hijo por su padre, por su madre, no tiene comparación. Ni qué decir de lo que sienten los papás al experimentar el triunfo, el logro de sus hijos.
Recomiendo ampliamente tener ídolos, eso sí, no esos que nos venden mentiras, fanfarronerías y estupideces… admiremos a los grandes hombres.

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