viernes, 27 de marzo de 2009

La ira de Nery Castillo por Raúl Trejo Delarbre

A un futbolista no hay que pedirle que sepa alternar con elegancia y sagacidad en el debate público sino que pueda meter goles. De los periodistas deportivos, no habría que esperar indiscreciones y anécdotas menores sino hechos. Sin embargo el afán de notoriedad que abruma y con frecuencia define a los futbolistas y muy especialmente el ansia de espectacularidad que obsesiona al futbol mexicano, ha convertido a ese deporte en permanente escenario de estrépito.
El interés que no suscitan las frecuentemente grises actuaciones en la cancha, es tristemente reemplazado por una feria de episodios a veces impostados y en otras, como sucedió con Nery Castillo, consecuencia de esa confusión entre el espectáculo deportivo y el espectáculo circense.
Al joven y en ocasiones brillante delantero del Shakhtar Donetsk, de Ucrania, le ha ido mal con los medios a consecuencia de que no le ha ido del todo bien en el futbol. Los traspasos de un equipo a otro, el vagabundeo por media Europa y quizá el jet lag acumulado por los recorridos trasatlánticos, junto con alguna pregunta impertinente, lo llevaron a la intolerancia pendenciera el miércoles pasado cuando participaba en una conferencia de prensa. Cuando un reportero le recordó los cuestionamientos que ha recibido en diversos medios mexicanos Castillo se exaltó y exhibió una desmañada concepción de las diferencias que a su juicio deben mantenerse entre informadores y futbolistas.
Los medios en México, se quejó, critican a los jugadores cuando fallan y no los arropan cuando tienen éxito. Los periodistas destinados a informar sobre ese deporte, insistió, no tienen autoridad suficiente para opinar de futbol porque no han sido jugadores destacados. Y como esas declaraciones comenzaron a suscitar silbidos entre los reporteros y camarógrafos, Castillo les recordó que no han podido sino conformarse con permanecer en México cuando él y otros de sus compañeros juegan y viven en Europa.
Si la doctrina Castillo funcionara en otras áreas, solamente podrían escribir de cine personajes como Francis Ford Coppola o Steven Spielberg y, entre nosotros, Felipe Cazals, Paul Leduc o Alejandro González Iñárritu. Y en materia de asuntos políticos, las columnas de esa índole solamente podrían estar firmadas por mujeres y hombres como Beatriz Paredes, Jesús Ortega, Germán Martínez y (¡horror!) Elba Esther Gordillo o Porfirio Muñoz Ledo.
La idea de que para opinar sobre un asunto hay que haber sido artesano o profesional en ese campo, suele ser coartada para eludir la crítica. Pero en algo quizá tiene razón el iracundo joven que nació en San Luis Potosí pero cuya ascendencia uruguaya también le hubiera permitido jugar en la selección futbolística de aquel país sudamericano. En los medios, los personajes públicos no suelen encontrar reconocimiento por sus logros sino en sus tropiezos. Vende más, mediáticamente, un altercado callejero que una jugada magistral en el terreno de juego. A la postre, y con excepciones que son eso, la prensa electrónica y escrita recuerda más los dislates verbales que, cuando ocurren, los méritos profesionales de los deportistas. Y lo mismo puede decirse para cineastas, políticos, actores y cualquier otro gremio con visibilidad mediática frecuente.
Las fanfarronadas de Neri Castillo son inaceptables -especialmente el burdo reto que formuló a un reportero de La Afición para dirimir sus diferencias a trancazos-. También resulta algo lacrimoso el coro de indignaciones que, en parte auspiciadas por la solidaridad gremial entre los reporteros y que, al mismo tiempo, construyen un nuevo villano en este contexto de maniqueísmo mediático. Pero no son más que expresión de un futbol agobiado por el nerviosismo y en donde la supremacía del negocio y el espectáculo desplazan a la calidad deportiva.
Ojalá que Castillo se reivindique mañana sábado, no delante de los micrófonos sino en la cancha del Azteca, en el partido contra Costa Rica. Y ojalá que el resultado, sea cual sea, no conduzca a olvidar que el encuentro realmente difícil para la selección mexicana será el del miércoles siguiente, el 1 de abril, contra Honduras en San Pedro Sula.

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