domingo, 13 de julio de 2008

Periodismo sin tapujos

“Hay que reivindicar el valor de la palabra, poderosa herramienta que puede cambiar nuestro mundo”. William Golding, escritor británico.

Leyendo una columna publicada en el periódico La Opinión del colaborador Luis Miguel Rodríguez en la que critica a los medios de comunicación y en especial a los periodistas deportivos acerca de la labor informativa que realizan sobre la cobertura del equipo Santos Laguna. El autor enumera 15 mandamientos que siguen "fervorosamente" según su punto de vista.
Enseguida opinaré sobre cada uno de estas leyes emanadas del pensamiento del susodicho:
1.- Cuando Santos triunfe será como si tú triunfaras también; 2.- cuando Santos pierda será también tu derrota: En lo particular –joven lagunero que creció durante años observando los partidos del Santos- no me rasgo las vestiduras frente a la cuasideificación de este deporte. Sin embargo no ignoro que resulta detestable que en nuestro país hablar de balompié es como si fuera lo único que existe: “come y sueña futbol”.
3.-Creerás ciegamente en los boletines y versiones oficiales del club: la verdad que apenas si conozco el correo electrónico del encargado de emitir los boletines.
4.- Criticarás 2 ó 3 veces al año, pero no con tanta dureza: eso aplica solamente para ciertos programas, léase como tal Palco web o Ecos Deportivos.
5.- Adorarás a Irarragorri sobre todas las cosas: hay que reconocer la labor del tipo, sin duda reordenó la situación organizacional del equipo. Por lo demás nunca lo he saludado.
6.- Te prestarás a participar en las campañas publicitarías si así te lo piden (u ordenan): estoy de acuerdo, a muchos los contentan con un desayuno al mes, además de tener el subsidio publicitario del Grupo Modelo.
7.- Dirás que todo lo que realiza el club es fenomenal: la verdad es que debemos llamar al pan pan y al vino vino, por ejemplo sabemos que la agencia de publicidad Globo es bastante deficiente y ni siquiera en situaciones de beneficencia como los partidos contra el equipo de béisbol Vaqueros Laguna, donde se portan muy arrogantes y poco serviciales.
8.- Jamás dirás que se tomó una decisión administrativa equivocada: pues habría que repetir que este punto aplica como el cuatro. Hay que recordar que muchas ocasiones la falta de tacto ha sido la constante en los directivos, basta nombrar el olvido en que tienen la historia y los antecedentes de sus antecesores como equipos de futbol en la Comarca Laguna: el Torreón y el Laguna. Uno de los pocos impulsores de reconocer la labor de cada uno de los integrantes de los conjuntos de antaño es del señor Jesús Aranzábal Fernández. Y eso me consta.
9.- Protegerás como fiera las relaciones con el club: ni han de saber de mi existencia como periodista y si acaso sólo de vista.
10.-Te guardarás en tu conciencia, cuando te enteres, de las verdades distorsionadas por el club; 11.- Cuando estés con gente de tu confianza, dirás lo que te disgusta del club: aplica igual que los puntos 4 y 8.
12.- Buscarás a como dé lugar hacer amistad con los jugadores: la verdad es que de mi parte existe un nulo interés en ello y a pocos, muy pocos los he saludado.
13.- Cuando lleguen los títulos, perderás la capacidad de crítica y análisis: para nada y en eso basta la labor que tendremos en los partidos de este semestre final del 2008.
14.- No tolerarás la crítica de otros medios hacia el equipo: basta una cita sabia por ejemplo,
“Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, entonces no creemos en ella en absoluto”. Noam Choamsky.
15.- Por último, negarás a como dé lugar que estás al servicio del Club Santos: Soy el primero en criticar a aquellos cuyo entorno gira alrededor del equipo, parece que no hay nada más de deportes en la región. Vaya incongrencia en este mandamiento del ínclito Rodríguez. Gracias al Santos Laguna programas como el suyo subsisten. ¿O me equivoco?

A propósito de lo que me ha hecho reflexionar acerca de la labor del periodismo la columna publicada por el joven Rodríguez es lo siguiente:
La fama del que escribe se va al día siguiente con una nueva edición del periódico, en internet desaparece en minutos, en la radio se esfuma con el aire y en la televisión, tras el impacto inicial, se pierde en un mar de opciones al alcance del control remoto.
Lo hacemos porque no podemos hacer otra cosa; porque como periodistas la persecución de la noticia nos hace sentir vivos, parados en este mundo, con esa frágil certeza que podemos influir, aunque sea un poco, en el lugarcito donde nos tocó reportar; porque no sabemos pasar inadvertidos y queremos que otros vean lo que nosotros vimos por primera vez; porque necesitamos la atención para dar ese golpe que, al final, cambia las cosas; porque tenemos la obligación moral y social de ser un balance de los que detentan el poder; porque todo buen periodista tiene, en el fondo, alma de rebelde.
Lo único que tenemos los periodistas es la credibilidad. De nada sirve la fama y el dinero en el periodismo si abres la boca o escribes nadie te cree. Hay, desafortunadamente, muchos ejemplos de periodistas con fama y dinero, pero sin credibilidad. Nadie se acordará de ellos. La mayor recompensa del periodista es que le crean.
Lo que pasa es que nuestros errores se multiplican miles de veces si es que publicamos en un diario o revista y millones de veces si lo hacemos por televisión o la radio. Aunque luego corrijamos, la misma corrección será interpretada como otro error. Y si a esto le sumamos los casos, poquísimos, en que un periodista inventa información, miente, oculta datos claves o toma partido, entonces podemos entender porque mucha gente, simplemente, no nos cree.
La crítica periodística con independencia de criterio, los reportajes investigativos, las entrevistas sin trincheras y las opiniones editoriales son elementos indispensables para lograr el balance del poder en todo sistema democrático.
Sin los periodistas, los presidentes, la policía, los alcaldes, los militares, los congresistas, los burócratas, las autoridades... se sentirían con la libertad de hacer lo que se les pegara la gana, no tendría que responderle a nadie y los casos de corrupción se multiplicarían.
Sí, reconozco que hay muchas cosas que no están funcionando bien en el periodismo moderno: el sensacionalismo, el uso de la violencia para atraer televidentes, el chismoperiodismo, la influencia indebida de gobiernos y corporaciones, autocensura. De hecho nunca ha habido tanto pseudoperiodistas y tantos programas de notiespectáculos.
Pero al mismo tiempo, hay más que nunca, los reporteros estamos conscientes de los elementos éticos, humanísticos y tecnológicos que se requieren para hacer bien nuestro trabajo.
Y nunca ha habido tantos reporteros capaces de enfrentar a mandatarios y gobiernos enteros que no cumplen con la gente. (Y por eso siguen matando periodistas).
Pero no se trata, únicamente, de ser un observador fiel de lo que pasa sino de que la gente perciba que le estamos diciendo la verdad. Si nadie nos cree de nada sirve nuestro trabajo. Y en un mundo sobrecargado de información –a través de la internet, de cientos de canales de radio y televisión, de servicios de noticias de 24 horas al día y multitud de publicaciones- los periodistas somos más necesarios que nunca. Somos ese filtro a través del cual le decimos a la gente qué es importante y qué es simple basura. Por eso, al final de cuentas, lo único que queremos los periodistas es que nos crean.
En realidad, y al final de cuentas, para estamos los periodistas; para evitar los abusos de poder. Y por lo tanto, estoy de acuerdo, no debemos abusar del nuestro.

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