viernes, 11 de julio de 2008

Ingrid y el futbol

"La suerte está echada". Julio César.

Dentro del periodismo deportivo he encontrado diversas voces que se quejan del predominio del futbol en los espacios destacados de los diarios o noticiarios de radio y televisión.
En parte tienen razón, pues he constatado cómo millones de fanáticos al futbol americano han convertido a México en el segundo mercado más importante para la NFL. Es también conocido que los apasionados al beisbol (entre los cuales me cuento) que claman cómo en gran parte del país ese deporte manda por encima del panbol. He visto renacer el interés del público nacional por el boxeo, una de sus grandes pasiones, gracias al acertado regreso a la televisión abierta. También me ha tocado ver a Lorena Ochoa, la mejor atleta mexicana del inicio del siglo XXI.
El beisbol de hoy se siente desplazado por el futbol. Lo cual hace que la gente del beisbol se queje cada que puede.Que si los medios son ocupados en su mayoría por el futbol, que si el futbol aquello y que si el futbol lo otro. La verdad es que se ocupan tanto del futbol que por eso crece. De la mitad del siglo pasado ha finales de los setentas el beisbol era el futbol de los medios. Páginas y páginas en periódicos, revistas especializadas y horas y horas de transmisión por radio tenían al beisbol en las nubes. En todo ese tiempo no recuerdo haber sabido o haber leído algún comentario de la gente del futbol reclamando espacios en los medios. Es decir, el futbol nunca se quejó de estar en un segundo o hasta tercer plano en el interés de los medios. El futbol se dedicó a crecer y hasta a "fabricar" sus noticias para poco a poco ir "invadiendo" espacios e ir haciéndose del gusto del aficionado mexicano.
Recientemente leí la declaración de Ingrid Betancourt a Paris Match: ¡Adoré el cabezazo de Zidane a Materazzi! Esa Copa del Mundo no dejó de dar problemas en el campamento (de las FARC), pues estaban los pro Ingrid, o sea, los pro franceses, y los partidarios de Italia”.
Se ha dicho que el futbol es lo más importante de lo menos importante. Otros han mencionado que el balompié es el deporte más lindo del mundo. También se sabe que es el más popular y que la FIFA tiene más afiliados que Naciones Unidas.
El futbol es por excelencia el deporte de la democracia. En un principio observamos a quienes no les gusta o simplemente no les interesa el futbol. En lo particular –joven lagunero que creció durante años observando los partidos del Santos- no me rasgo las vestiduras frente a la cuasideificación de este deporte. Sin embargo no ignoro que resulta detestable que en nuestro país hablar de balompié es como si fuera lo único que existe: “come y sueña futbol”.
En general, los deportes se han convertido en un medio: una televisora pierde cuando pierde “su” equipo.
Detrás del futbol subyace algo más que el dinero, las marcas y las cervezas... está en el fondo la antigua sed de lucha, de pelea. La antropología ha demostrado que el hombre se hizo hombre matando. Esa lucha se ha transfigurado y transplantado como mito que es: el juego.
En México, este juego conjuga, no es exagerado decirlo, el mismo peso cultural que la “madre de los mexicanos”: Guadalupe.
La pregunta sería si este hecho es una máscara más de nuestra desgarradura como pueblo. Lo cierto es que así funciona. No como pensaba Marx, la “religión es el opio del pueblo”, sino el futbol como opio del pueblo.
Curioso hecho al que asistimos. La modernidad fracasó, es decir, la razón. Las propias religiones no dejan de verse en conflictos. Y si la democracia triunfó con todos sus defectos, son los pies y un balón los que han logrado poner en común a las multitudes más diferentes, más encontradas. Ni la modernidad, ni la religión: el futbol. Y a la historia le sobran ejemplos.

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