lunes, 4 de agosto de 2008

Las Olimpiadas: dos semanas mágicas

A sólo unos días de comenzar los Juegos Olímpicos en Beijing 2008, cabe hacer unas reflexiones respecto al tema.
Nada se compara a reunir en el mismo lugar a los atletas más reconocidos del planeta. La idea es poderosa y sencilla. A pesar del extendido dopaje y del rampante comercialismo, no existe ningún otro evento en que miles de millones de personas se detengan a ver como corren, nadan y juegan los hombres y mujeres más rápidos, ágiles y fuertes que existen sobre la tierra. Pero hay mucho más que carreras, brincos y sudor.
La idea original de las olimpíadas implicaba hacer una pausa en las guerras. Durante 1,200 años –desde 776 bc hasta 393 dc- muchas batallas se detuvieron durante las olimpíadas. Hoy no, lo cual nos hace pensar que en lo básico, en los asuntos de vida y muerte, hemos avanzado muy poco. Sería verdaderamente revolucionario que, por ejemplo, las actuales guerras en Irak, Afganistán y Sudán, se pararan durante los días que duran las olimpíadas. Pero creo que no podemos esperar tanta sabiduría y visión de nuestros líderes.
Las olimpíadas nos dan una ilusión de paz y nos refrendan, por más cursi que suene, la esperanza de que no estamos condenados a la violencia. Y no soy el único que se siente así. “Estas son dos de las mejores semanas de los seres humanos”, concluyó recientemente la revista Newsweek. Es cierto.
El futbol genera millones de palabras al año en los medios. Pese a ser un país que no hemos ganado nada en el deporte más popular de este país y por supuesto del mundo, el exceso informativo al futbol es excesivo. El viernes inicia lo mejor del deporte universal y la mayoría de los comunicadores de México no reconocerían ni al uno por ciento de los mejores atletas del planeta. Es terrible que sólo nos acordemos cada cuatro años.
Sin duda son las dos mejores semanas, lástima que sólo son cada cuatro años.

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