miércoles, 11 de noviembre de 2009

3 Santos en el Corona

Hay tres equipos llamados Santos en el continente americano. El primero y el más viejo es el mítico cuadro de Pelé, que según cuenta la leyenda fue capaz de detener una guerra en un país del África negra. El segundo, poco exitoso a pesar de su récord actual 8-0, es el equipo de futbol americano afincado en Nueva Orleáns. Y el tercero es el que gracias a su nuevo estadio debe estar matando de envidia a los dos primeros. Hablemos un poco de éste último.
Al principio de su historia Santos Laguna parecía estar llamado a ocupar permanentemente la zona del descenso. Su nómina era la más baja de la primera división, su sistema de juego consistía en agrupar 8 defensas dentro del área y su flamante delantero, aunque usted no me lo crea, era nada menos que el “Piojo” Herrera. Se quedaron dos o tres veces al borde de la segunda división y si no pisaron ese infierno se debió a que su pequeño estadio pesaba tanto como un pletórico Azteca. Lo anterior más la presencia de jugadores como Apud, Adomaitis, Pedro Muñoz, Daniel Guzmán, Gabriel Caballero, Ludueña, Oswaldo Sánchez, Ramón Ramírez, Borgetti y el respaldo de Grupo Modelo llevaron a La Comarca a 16 liguillas, cinco finales y 3 campeonatos.
Hay estadios Extra Large donde juegan equipos talla Small. El Atlante, por ejemplo, ni con el mejor sastre pudo llenar al Coloso de Santa Úrsula. La antítesis de este caso es el antiguo estadio santista, demasiado chico para un club que desde hace años ha sido un cuadro grande. Su nueva sede, también llamado Corona, es una tweed a la medida. Tiene hotel con vista a la cancha, asientos numerados para 30 mil espectadores, palcos de lujo y vestidores que no le piden nada a los del Estadio Hidalgo.
En la ciudad de Santos, Brasil, el estadio del equipo local semeja al de muchos equipos de la Primera A mexicana. En Nueva Orleáns el Superdomo parece un elefante blanco de los años setenta. Hoy por la noche cuando las dos instituciones santistas visiten a su homónimo de Torreón (los brasileños con una pelota, los de Louisiana con sus porristas) se van a llevar una imagen que los hará sentir pequeños. Y no tanto por el nuevo Estadio Corona, mismo que con un buen patrocinador se puede igualar. No, lo que los mandará a su casa con el corazón partido es algo que no compra ni la riquísima historia del equipo de "O Rey" ni todos los dólares de la NFL: la siempre fiel afición santista.

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